5.11.11

UN EQUIPO DE FUTURO

Hoy en Leganés, Mariano Rajoy ha presentado al equipo de hombre y mujeres que conformarán el núcleo duro del que será el Gobierno de Cambio que tendrá que administrar la herencia envenenada de los últimos siete años de Zapatero y Rubalcaba en el poder.
El Partido Popular tiene un equipo sólido y solvente de hombres y mujeres capacitados para hacer frente a la cruda realidad de una economía en quiebra que se enfrenta a los retos de la recuperación y fundamentalmente a la imperiosa necesidad de la creación de empleo que ponga fin a unos de los ciclos más negros de la política económica que hayamos vivido en nuestro país.
Esperanza Aguirre, María Dolores De Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría, Alberto Ruiz-Gallardón, Pío García Escudero, Ana Mato y Miguel Arias Cañete han arropado a un líder consolidado y preparado para dar respuesta eficaz a los próximos años de exigencia y sacrificios y que han de hacerse con una gran dosis de responsabilidad. Mariano Rajoy es, como él mismo dice, un político previsible.
En otro contexto político y económico, este calificativo estaría preñado de connotaciones negativas. Pero en este momento, lo que España necesita son políticos que no improvisen y la puesta en marcha de políticas que estén diseñadas desde el análisis de la realidad y alejadas de la improvisación del pasado.Y eso, precísamente Pasado, es lo que tiene la campaña del candidato Rubalcaba.
Hoy en Dos Hermanas se han vuelto a reunir los viejos amigos de la vieja fotografía de la tortilla para intentar recuperar a la desesperada el terreno perdido. Para los andaluces, que los Chaves, Guerra y González vuelvan a pedir el voto en una región que ha sufrido más de tres lustros de políticas socialistas y sigue siendo la de mayor desempleo de toda Europa, es una provocación.
Si los socialistas piensan que esa es la única pelea que pueden ofrecer en estas elecciones es síntoma de su crisis de principios y de ideas. Los españoles indignados con sus políticas son millones y el próximo día 20 podemos mandarlos a todos ellos a donde les corresponde: el basurero de la historia.

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