23.1.11

La libertad de expresión y la prensa.

Soy asíduo oyente del programa de Carlos Herrera (no soy nada camastrón y a las 6 y media ya estoy en planta), pero me considero esporádico lector del periódico progubernamental "El País". He podido conocer que al locutor de Onda Cero, el periódico de PRISA le solicitó un artículo sobre su opinión ante la puesta en funcionamiento de la Ley 40/2010, la llamada Ley Antitabaco. Pero tras un retraso considerable, la dirección del periódico se puso en contacto con el periodista andaluz para comunicarle que su artículo no se publicaría argumentando que no se ajustaba a su línea editorial.
Como no me gustan los medios de comunicación en los que se limitan las opiniones discordantes y mucho menos los vetos a aquellos que defiendan otras opiniones diferentes a las mías, quiero solidarizarme con Carlos Herrera y voy a reproducir literalmente el artículo vetado en el periódico "El País" que con este tipo de comportamientos demuestran que este símbolo de la transición española ha tenido épocas mucho mejores a las que vive en estos momentos. De "Periódico Independiente de la Mañana" con el que se rotulaba su portada, ha pasado a ser conocido como el periódico dependiente de forma vergonzosa al poder socialista. Lastimoso.
Menos humos. Carlos Herrera

"Aún soy incapaz de prever si la aplicación de Ley Antitabaco promulgada por el gobierno socialista español derivará en un recalentamiento del malestar producido por sus evidentes excesos, con protestas, insumisión y “revuelta” incluidos, o si, finalmente, será deglutida sin más problemas que algunos chispazos iniciales por la totalidad de la población. No fumar en los bares hará que los fumadores permanezcan menos tiempo en ellos, pero también que los no fumadores lo hagan de forma más satisfactoria. No hacerlo en los restaurantes provocará que aquellos que gozan de un cigarrillo tras la comida dejen de pedir el café y la copa y se busquen la vida en el exterior. Mientras haya terrazas y el frío –o el calor— no sean extremos, los aspiradores de humo tendrán una salida, siempre que no acaben prohibiendo hacerlo también ahí, cosa que no habría que descartar. Quien les habla, ex fumador de cigarrillos y ocasional fumador de puros no tiene problema por ello: España no es Noruega y goza de un clima lo suficientemente benigno como para aliviarse en el exterior de un local. Lo particularmente rechazable de su concepción proviene de aspectos concretos altamente absurdos: no poder fumar en las terrazas de bares que estén relativamente cerca de un puñado de toboganes –a los cuales no llegaría el humo ni con cañones de nieve artificial-- es una estupidez de corte neoyorquino, ciudad en la que a un amigo le llamaron la atención por fumarse un cigarrillo cerca de las puertas giratorias de un hotel; según el estólido conserje podría entrar alguna brizna de humo por el revoloteo de la puerta y alcanzar el interior del Hall. Si a ello se suma la absurda invitación a la delación efectuada por la ministra de la cosa, se presume en el ambiente ese escenario tan del gusto del gobierno de nuestras carnes: el enfrentamiento de ciudadanos. Teóricamente, ni siquiera podría un sujeto fumarse un cigarro en su balcón si éste es un primer piso y está próximo a los dichosos “parques infantiles”. Ya ven.
No soporto los moralismos sobrevenidos ni los integrismos irritados, y esta ley, en lugar de conciliar intereses, aviva no pocos demonios irascibles. Muy acorde con un gabinete que dice proteger a la infancia pero sólo si ha salido ya del canal del parto."

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